NUEVA AMENAZA AL PATRIMONIO. LA FUNDICIÓN DE EL TOMILLAR, EN GRAVE PELIGRO

Cuando la minería del plomo de Sierra de Gádor comenzaba a declinar, el descubrimiento casual de un rico filón de galena argentífera en el Barranco Jaroso a finales de la década de los treinta del siglo XIX provocó la «fiebre de la plata». El esplendor de Almagrera se prolongó hasta finales del siglo XIX, cuando la caída del precio del plomo en los mercados internacionales hacía definitivamente inviables los titánicos esfuerzos de desagüe de la sierra. En un primer momento los minerales de Almagrera fueron llevados a las fundiciones de Adra, que contaban con todos los adelantos técnicos de la época. Pero poco después se fueron instalando nuevos establecimientos (fábricas) cerca de las minas, abaratando notablemente los costes de transporte.

Muy cerca de la pedanía cuevana de Los Lobos, y aprovechando la salida natural del Jaroso, se construyeron tres fundiciones: Acertera, Contra Viento y Marea y Encarnación. Esta última, en el paraje de El Tomillar, fue especialmente importante.

Fue construida entre 1842-43 por José Pedro Gómez en la margen izquierda de la Rambla Muleria, con bastantes cambios de su propiedad hasta el cese de sus actividades a finales del siglo XIX. En 1853 contaba con 5 hornos circulares de tres toberas y dos copelas inglesas a las que surtía de aire un ventilador movido por tres mulas que se relevaban cada cuatro horas (Revista Minera, tomo IV, pág. 568).

Se accede a la misma desde Los Lobos, bajando hasta la rambla de la Muleria, y siguiendo un camino de tierra por su margen izquierda. A unos 250 metros giramos a la izquierda, remontando una pequeña rambla, divisando diversas ruinas mineras unos 400 metros después.

Se conservan tres chimeneas, las galerías de condensación, los escoriales y algunas ruinas de sus edificios, encontrándose protegida como Inmueble nº 11 en la inscripción colectiva en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz de bienes del patrimonio industrial relacionados con la minería de los siglos XIX y XX, mediante Resolución de 7 de enero de 2004 (BOJA Nº 29 de 12 de febrero de 2004).

Lamentablemente, al visitarla recientemente hemos observado que en el interior de su antiguo recinto han llegado importantes trabajos de roturación de terrenos para cultivar. Entendemos que los movimientos de tierra con maquinaria pesada comprometen la integridad de algunas de las ruinas. En particular, justo bajo la chimenea de desplatación (la de más porte) parecen haber sido afectadas las galerías de condensación.

El entramado de galerías es enorme, serpenteando por la sierra y salvando un desnivel de más de 200 metros. Con independencia de su tamaño o del tipo de hornos utilizado, todas tenían en común la construcción de largas galerías de condensación por las que circulaban los humos antes de llegar a las chimeneas. La finalidad era doble: alejar los gases tóxicos de las instalaciones y de los núcleos de población, y permitir el aprovechamiento de los restos que quedaban condensados en las paredes.

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