En un anterior trabajo, estudiábamos en detalle la historia del cable aéreo del Colativí a Casas Fuertes, y los restos de las instalaciones que aún perduran del mismo. Recordamos que su finalidad era transportar de modo eficiente y económico el mineral de hierro extraído de la falda norte de Sierra Alhamilla hasta un embarcadero situado en la actual playa de El Toyo.
La actividad minera y de transporte en las zonas de origen se tratarán en un futuro estudio, anticipando que se trata de un ejemplo perfecto de adaptación tecnológica al medio. El legado de patrimonio industrial es tan fabuloso como desconocido, por lo recóndito de los parajes y lo poco que se ha estudiado.
No obstante, y como anticipo de dicho estudio, en esta ocasión nos vamos a centrar en un aspecto muy concreto, tras detectar que la bibliografía publicada hasta la fecha adolece de cierta inexactitud.
Sabíamos que el cable partía de las inmediaciones del pico Colativí, el más alto de Sierra Alhamilla, con sus 1.387 metros, y más concretamente desde su falda occidental. Alrededor del edificio del cable se encuentran las ruinas de dos tolvas y restos de varias construcciones ligadas a su explotación, que podrían ser balsas o talleres.
Por otro lado, también sabíamos que el grueso del mineral transportado por la Sociedad Minera Cordobesa de Sierra Alhamilla pasaba por el enorme plano inclinado de más de un kilómetro que ascendía por la falda norte de la sierra desde un complejo entramado de explotaciones mineras en la zona de los Calares de Tabernas. La cabeza del plano, coronada por un enorme edificio donde estaban los engranajes, se encuentra muy cerca del Colativí, a unos 1.300 metros de altura.

La cuestión es que, hasta ahora, se creía que el final del plano inclinado y la tolva de carga del cable aéreo se encontraban unidos por una vía minera de 60 centímetros de anchura que circunvalaba la montaña adaptándose a las curvas de nivel. Así aparece reflejado en la monumental obra ‘Trenes, Cables y Minas de Almería’, de José Antonio Gómez y José Vicente Coves (2000), basándose en la fuente de referencia en cuanto a la minería del hierro, el ‘Criaderos de Hierro de Almería y Granada’, de Guardiola y Sierra (1927).
Sin embargo, un sorprendente hallazgo realizado en el transcurso de la investigación sobre el Cable viene a cuestionar este hecho. En el Boletín Oficial de la Provincia de Almería del 10 de septiembre de 1912 aparece una diligencia de embargo contra la Sociedad Minera Cordobesa de Sierra Alhamilla a instancias de ‘Frirt Dupré Weísbécker’ (sic), que tenía hipotecada una serie de bienes, que se sacan a subasta. Entendemos que se refiere a Fritz Dupre Weisbecker, el llamado “rey del manganeso”, un magnate que importaba minerales de España y Grecia a gran escala para los altos hornos británicos. La relación de dichos bienes es exhaustiva, y gracias a ella disponemos de una fuente inigualable de conocimiento del estado final del complejo de transporte, tras las varias modificaciones sufridas. Lo más sugerente es, precisamente, la descripción del tramo de vía minera entre el final del plano inclinado y la tolva del cable aéreo. Por su interés, lo reproducimos literalmente:
“Además, hay construidas para el arrastre de los minerales a la estación de carga del cable, varias líneas férreas en las mismas compuestas de varios trozos que tienen en conjunto unos cinco mil ochocientos veinte y un metros de longitud, sin contar con los apartaderos anexos, y cuyos trozos son: Primero, el que arranca de la techa (sic) Providencia con quinientos cuarenta y cinco metros de longitud, de los que unos quinientos son de recorrido subterráneo, atravesando el socavón central de la mina Providencia, terminando en la boca Este del Central en terrenos que fueron de don José Benitez Blanco, hoy de la Sociedad. Segundo trozo, desde dicha boca Este hasta la cabeza del plano grande en terrenos adquiridos de don Joaquín Monterreal, término de Tabernas (…)”
Esta configuración chocaría frontalmente con la teoría aceptada hasta ahora, al introducir un tramo subterráneo de considerable longitud, aprovechando las labores de una mina cercana. Sin embargo, con frecuencia nos encontramos con que los datos de fuentes antiguas incurren en errores o inexactitudes, por lo que se hacía imprescindible comprobar sobre el terreno, en la medida de lo posible, la veracidad de esta descripción.
Tras una primera visita del entorno del cable y del cerro Colativí, la frustración se apoderó de nosotros, al no encontrar prueba alguna que corroborase los datos aparecidos en la diligencia de embargo. Varios meses después, tras el análisis exhaustivo de las imágenes satelitales de Google Earth, teniendo en cuenta las cotas y las longitudes de los distintos tramos, nos decidimos a explorar sistemáticamente la falda noreste del Colativí, en busca de esa enigmática “boca Este del socavón central”.
Por anticiparnos al final, diremos que creemos haber encontrado restos no solo de dicho socavón sino, aún más, de otra gran galería de transporte independiente de aquél, no citada ni siquiera en el embargo. Lo triste es que, habida cuenta del tiempo transcurrido, y como era previsible, las entradas a las galerías están derrumbadas en su práctica totalidad.
Pero antes, y una vez aparecida en escena la mina Providencia, resulta interesante detenerse en la misma. Registrada inicialmente en 1891 a nombre de Justo Fornovi, en pleno apogeo de la minería almeriense del hierro, pasa en 1894 a constituirse en sociedad especial minera. Sus 200 participaciones estaban muy repartidas, principalmente entre diferentes hombres de negocios de la burguesía de Almería capital, como el político Braulio Moreno (futuro alcalde de la ciudad) o Pedro Rull. Por su parte, el registrador de la mina únicamente contaba con una acción. Curiosamente, otro de los socios era el mítico industrial vizcaíno Víctor Chávarri, de larga trayectoria inversora en las minas y ferrocarril de Bédar, con 8 acciones.
En algún momento entre 1894 y 1909, la Sociedad Minera Cordobesa de Sierra Alhamilla debió hacerse con la titularidad de la mina Providencia, para explotarla conjuntamente con las que ostentaba en los cotos de los Calares de Tabernas.
En 1906 la mina Providencia aportó, junto a la próxima mina Martes, un total de 10.434 toneladas de mineral de hierro. En sí misma, esta cifra no resultaba muy significativa, pero permitía añadir volumen al conjunto del coto explotado por la empresa, para intentar rentabilizar la cuantiosa inversión.
Llegados a este punto, retomamos el intento de averiguar la relación de las labores de Providencia con la red general de transporte de la compañía. De entrada, el único indicio de la ubicación exacta de la mina es el escueto plano de demarcación del expediente de registro. Del mismo se desprende únicamente, en virtud de las referencias visuales a determinados puntos, que se ubicaba al norte del pico Colativí, disponiéndose sus 24 cuadrículas mineras, distribuidas de forma horizontal (8×3).

Examinando minuciosamente la zona a través de las fotografías aéreas, no se aprecian escombreras ni posibles trazados de vías mineras. Sí parecen visibles, no sin dificultad, ciertas ruinas de escasa consideración en la parte noreste del Colativí. Tomando como referencia los datos de la diligencia de embargo, intentamos esbozar un borrador de recorrido siguiendo la cota 1300 desde la cabeza del plano, en dirección al este. En un primer momento, comprobamos que el tramo de la carretera actual se ajusta con exactitud a dicha cota. Lamentablemente, al comenzar a descender de la misma, no se aprecia ningún vestigio de que el trazado continuase a la derecha de esta.
Ya sobre el terreno conseguimos encontrar, muy oculto por la maleza, un trazado de la vía minera, apartándose a la derecha de la carretera, con varias decenas de metros de plataforma y pequeñas trincheras, describiendo una suave curva. Convencidos de que se trataba de nuestra vía, el hecho de que esta terminase abruptamente frente a un pequeño cerro, nos hizo sospechar que exactamente ahí había un túnel, con la boca derrumbada.

Ascendimos por el cerro para comprobar, con enorme alivio, que se confirmaba dicha teoría. Existen varios agujeros de derrumbe del túnel y, justo al otro lado del cerro, una boca perfectamente visible. A partir de ahí, se retomaba la vía por el exterior con gran claridad y, lo más importante, con abundantes restos de mineral de hierro esparcidos a lo largo de su trayecto.

El final del mismo eran, precisamente, las ruinas que se atisbaban desde el satélite. En realidad no se trata de grandes construcciones sino de una pequeña tolva de mineral y de una pequeña caseta con dos muros alargados que, por similitud con otras estructuras similares (ver Coto de los Malagueños, en Gérgal) podría tratarse de una báscula para las vagonetas.
Sin duda alguna estábamos ante la Mina Providencia, puesto que toda la zona se encuentra plagada de bocaminas y de canteras a cielo abierto. Lo curioso es que ninguna de las bocas tenía la orientación este descrita en la documentación.

Lo más plausible es que la enorme trinchera que existe junto a las instalaciones, con orientación este-oeste, se tratase de la boca descrita en el embargo, pero habiendo sufrido un gran derrumbe.

Nos internamos en todas las bocas existentes, resultando estar comunicadas, tratándose de una mina de grandes dimensiones, con numerosas cámaras de formas irregulares, pero sin galerías rectilíneas como tales. La consistencia de los techos es muy irregular, con grandes derrumbes, lo que explicaría el no hallazgo del socavón de transporte.

Convencidos de que el misterio se encontraba en vías de resolución, cruzamos el Colativí hasta su vertiente oeste, donde se ubica el cable aéreo, buscando la teórica salida de ese túnel. Afortunadamente, adentrándonos en una pequeña bocamina derrumbada en las inmediaciones de las tolvas, nos encontramos con el inconfundible abovedado de un túnel, que tampoco continuaba más allá al haber sufrido un colapso total. Justo a 45 metros de la tolva de carga, tal y como figura en la descripción de 1912.

Otra duda que surge es que, siguiendo la ruta del túnel a la tolva, se cruza perpendicularmente otra tolva más pequeña, atravesándola por medio de dos arcos gemelos. Se trataría de una tolva anterior, que fue inutilizada tras la construcción de la galería de transporte.

En definitiva, el mineral de hierro de los Calares de Tabernas ascendía desde la falda norte de Sierra Alhamilla por un complejo sistema de planos inclinados que recogían la producción de varias minas situadas a distintas alturas, llegando a lo alto de la sierra por medio del gran plano de más de un kilómetro de longitud. A partir de aquí, y con un alto grado de certeza, podemos afirmar que una vía minera llegaba hasta la mina Providencia tras haber atravesado un túnel. Allí, volvía a recoger mineral para, a continuación, adentrarse en la misma, volviendo a salir al exterior en las inmediaciones del cable aéreo del Colativí a la playa de Casas Fuertes.
